LOS GRAFITIS

DE LA FORTALEZA DEL

SANTO CRISTO DE LA MOTA

MONTE URGULL

DONOSTIA – SAN SEBASTIÁN

LOCALIZACIÓN

     El castillo o fortaleza del Santo Cristo de la Mota se encuentra en la cima del monte Urgull, al norte del primitivo casco urbano de la ciudad de San Sebastián, actualmente conocida como Parte Vieja. Su obra principal la encontramos en su cima, consistente en un primitivo torreón roquero modificado y aumentado a los largo de los siglos con una gran plataforma. Esta dispone de tres entradas, una en su lado este, visible desde la ciudad, y otra en su lado norte, ambas reforzadas con un sistema de acceso mediante puentes levadizos, de los que todavía se pueden ver restos en sus muros. El tercer acceso es una poterna situada en su cara oeste, a través de la que se puede acceder a la plataforma gracias a una estrecha escalera.

     La puerta norte, la que nos interesa, dispone de dos estancias interiores destinadas al retén de guardia, una de ellas pequeña para el oficial y la segunda algo más amplia para la tropa. En esta última se encuentran los grafitis más importantes del conjunto histórico.

     De sus cuatro paredes, la situada frente a la puerta y las dos laterales muestran diferentes figuras creadas a base de incisiones en la cal que cubre sus muros. La más importante por su tamaño y temática de los dibujos es la más grande, situada en la pared orientada hacia el Este de la estancia.

SU HISTORIA MÁS RECIENTE

     Estos dibujos nunca disfrutaron de valor histórico para las autoridades culturales donostiarras hasta comienzos de la década de los ochenta del pasado siglo, siendo yo personalmente uno de los protagonistas en este importante cambio de actitud municipal.

     Increíblemente, una concejalía de nuestro Ayuntamiento había ordenado a un grupo de operarios eliminar todas las superficies recubiertas de cal o mortero de los diferentes elementos de las fortificaciones de Urgull. Estos incluían estancias interiores de los diferentes polvorines, de las garitas, y del cuerpo de guardia de la entrada norte del castillo.

     Casualmente me encontraba en este último lugar disfrutando de uno de mis paseos matutinos, cuando me di cuenta que el grupo de trabajadores entraba en esa estancia con la intención de picar las paredes y dejar las piedras a «cara vista», es decir, eliminar los enfoscados donde se encontraban unos grafitis ya conocidos por todos los donostiarras asiduos a este lugar. Tras rogarles encarecidamente que retrasaran sus trabajos alegando que esa orden tenía que ser un enorme error, les expliqué la importancia de los dibujos y bajé corriendo a la ciudad. Afortunadamente, tras comunicar junto a mi padre del tremendo desastre que se iba a cometer al Sr. D. Artemis Olaizola, entonces director del Museo Municipal de San Telmo, este ordenó la inmediata suspensión de los trabajos.

     De esta curiosa manera se salvaron los grafitis «in extremis» y han podido llegar hasta nuestros días. Pero he de añadir que lamentablemente hubo otras partes de la fortaleza que ya se habían picado de forma irreparable. Este el caso de las garitas existentes en el polvorín de Santiago (1863), de forma cuadrada, lo mismo que del circular situado junto al arco de la campana del castillo, vigilando la entrada al recinto por su cara Este. Recuerdo que su pared interior, completamente enfoscada con cal blanca, estaba llena de inscripciones realizadas por los soldados que hicieron guardias en la misma. Una de las que me llamó la atención y aún perdura en mi memoria es la de un tal «Benito 1900», desgraciadamente ya perdida junto a todo el conjunto.

     Son detalles históricamente no muy importantes, pero cuya conservación siempre ayuda a humanizar nuestra historia. Son restos, mensajes que nuestros antepasados dejaron para perdurar en el tiempo, y que nunca debieron ser borrados por una moda estética pasajera, como lo son todas.

     El conjunto que nos ocupa ha pasado desde entonces por diferentes fases de conservación, en función de las sensibilidades de nuestras corporaciones municipales con el patrimonio existente en este conjunto declarado Monumento arquitectónico-artístico (1924), Monumento provincial de interés histórico-artístico (1964) y Monumento Nacional (1984).

     A raíz de su salvación por parte del Museo de San Telmo, se realizaron una serie de trabajos de conservación y adecentamiento de la estancia del cuerpo de guardia para su contemplación desde el exterior a través de una pequeña ventana. Se colocaron una serie de luces orientadas de tal manera que hacían más fácil su visión global desde ese pequeño hueco.

     Desgraciadamente, tras el paso de unos pocos años y un incorrecto mantenimiento de estas instalaciones, el conjunto queda cerrado para su contemplación «in situ», cerrándose la ventana y la estancia. Un correcto panel explicativo es el único testimonio que encuentra el visitante de lo que se esconde tras esa puerta, panel que tampoco es correctamente cuidado por los responsables del conjunto, por lo que desgraciadamente presenta muchas pintadas y garabatos que deberían ser limpiados nada más producirse.

EL CONJUNTO DE GRAFITIS

TEMÁTICAS Y CRONOLOGÍA

     La pared se encuentra decorada por un conjunto de dibujos incisos en la cal de diferentes temáticas, entre la que destaca la naval por los cinco buques que aparecen representados. Otras tipologías serían la animalística por un gallo y la de elementos arquitectónicos por la representación de un arco de medio punto, además de una serie de dibujos y trazos que por su sencillez y/o falta de detalle no hacen posible una correcta interpretación. Nombres hay solamente dos, que analizaré en sus correspondientes apartados.

     Seguramente se trate de un conjunto con representaciones realizadas en diferentes momentos cronológicos, afirmación que llevaría por lógica implícito, el hecho de que nos encontramos ante la obra de más de un autor.

     Tras analizar con precisión los detalles contenidos en los dibujos, destacan por su importancia para datar el conjunto las banderas de los buques. Gracias a sus características, podríamos estimar una fecha para el grupo de barcos que se movería en un arco cronológico bastante amplio, abarcando desde la primera parte del siglo XVIII hasta comienzos del XIX.

LOS BUQUES

     El conjunto formado por los cinco grandes navíos, realizados mediante el método de incisión en la cal, es lo primero que llama la atención del observador. Por la forma uniformidad en el estilo de los trazos y su ordenación en la pared, estamos seguramente ante la obra de un único artista, realizada al mismo tiempo en un corto espacio de tiempo.

     Representa cinco grandes navíos con trazos esquemáticos y rudimentarios por el escaso detalle que muestran, con incorrectas perspectivas, y trazados bidimensionales al carecer de efectos o perspectivas en busca de profundidad, pero gracias a su número y tamaño, proporcionan al conjunto una espectacularidad notoria.

     Nótese que los denomino como navíos y no barcos. Según el Real Diccionario de la Lengua Española la definición de navío sería:

          «1. m. Barco de grandes dimensiones. Navío de guerra.

          2. m. Buque antiguo de guerra, de tres palos y velas cuadras, con dos o tres cubiertas o puentes y otras tantas baterías de cañones.

          3. m. Buque grande, de cubierta, con velas y muy fortificado, que se usaba para el comercio, correos, etc.».

     En nuestro caso nos interesa la tercera acepción de la R.A.E. Se trata de cinco navíos españoles dedicados al comercio por la tipología de sus banderas, de los que cuatro se encontrarían fondeados al tener sus velámenes recogidos. Los analizaré en detalle de manera individual.

1º NAVÍO

     Situado el primero en la parte izquierda del conjunto, representa un buque de tres palos, de velas cuadras, con troneras en sus costados y las velas recogidas, es decir, se encontraría fondeado. Pertenecería en base a su tipología a una fragata o una corbeta por su número de palos y el número de baterías, con troneras que parecen abiertas mostrando los cañones. El dibujo se encuentra bastante deteriorado a consecuencia de la gran humedad de la pared.

     Para poder ilustrar mejor al lector, señalaré las diferentes partes que en él se distinguen:

     La existencia de una cofa sobre el bauprés de proa, señala una posible datación en torno a finales del siglo XVII o comienzos del XVIII, siglo en el que cayó en desuso este elemento proel. Así mismo, otro detalle para su correcta datación, que por su importancia desarrollaré con mayor profundidad, la encontraríamos en las banderas. Estas aparecen en dos lugares del navío. Una en el bauprés y otra en la popa sobre la toldilla, con una clara aspa cruzándola de lado a lado.

     En el discurso del Excmo. Sr. D. Hugo O’Donell titulado «Orígenes y trayectoria naval de la bandera de España», pronunciado el año 2002 en la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía podemos destacar algunos párrafos interesantes para las banderas que nos ocupan.

     «Durante mucho tiempo, la popa se había reservado para las grandes banderas, generalmente rojas, que ostentaban símbolos religiosos, mientras que el pabellón nacional lucía en «lo alto y pimpollo», es decir en los topes y masteleros, de los palos machos, con especial predilección por el «primer palo de proa» o trinquete, considerado como el de mayor dignidad, aunque fuese de menor altura y envergadura que el mayor. Trasladadas otras banderas a estos lugares, el pabellón sustituye a la gran bandera popel en este paraje, siendo una de las primeras escuadras en llevar a cabo esta modificación la Armada del Mar Océano, a principios del siglo XVII.»

     Esta característica no la encontramos en nuestros navíos, desprovistos de cualquier enseña o pabellón, a excepción de algún gallardete en el palo trinquete.

     Durante el siglo XVII las banderas del reino de España eran de color blanco con un aspa o cruz de Borgoña de color rojo. Eran utilizadas de manera generalizada, tanto por las unidades militares de infantería (tercios), en los buques, y en las poblaciones civiles. Por ejemplo, la bandera histórica de San Sebastián no es la actualmente utilizada de color blanco con el dado azul, ya que la verdadera seguiría la anterior  tipología ya mencionada.

 

     En el discurso mencionado anteriormente se afirma que, tras uniformizar las banderas de los buques nacionales con el fin de evitar las continuas confusiones que se producían en la identificación de sus nacionalidades, la tipología que encontramos era:

 

     «Aunque las banderas de los buques mercantes y de los navíos de guerra eran muy diferentes, aspa roja sobre blanco para los primeros y blanca con el escudo real para los segundos, algunas compañías privilegiadas, como la Compañía de Comercio de Cataluña, tenían derecho a pabellón particular, ésta en concreto izaba bandera blanca con cruz de Borgoña y escudo real en gran tamaño. Esta circunstancia tendía a confundirla con el pabellón de guerra; por ello, la Real Orden de 25 de febrero de 1774, dispuso «que las aspas de la Cruz de Borgoña de las banderas de éstas lleguen hasta sus ángulos; y que los Reales Escudos que ocupan el centro sean solo la quinta parte del tamaño de las mismas banderas.»

     Analizando el párrafo anterior, podemos afirmar que se trataría de navíos mercantes armados, no de buques pertenecientes a la Armada. Este hecho no significa que no participaran en acciones militares, al ser los grandes mercantes objeto de «requisa» de manera habitual para reforzar la defensa de nuestras costas y tierras de ultramar.

     Los navíos no llevaban solamente una bandera. Esta podría ser difícil de distinguir en contadas ocasiones, como la falta de vientos, al resultar ocultada por el velamen, etc. O’Donell dice:

     «En este momento, si el pabellón no resulta interpretable, el observador podía dirigir el «largomira» a cualquiera de las otras banderas oficiales con las que estaba dotado el barco, todas con uno de los dos símbolos nacionales: el escudo, o la cruz de Borgoña, y que se distinguían en los palos y topes (banderas de cuadra y tope) y a proa (bandera de proa).

     (…) Esta cruz de Borgoña es más «nudosa», contando con más brotes o ramas podadas a diestra y siniestra de cada tronco, para que, a poco paño que se vea, no se pueda confundir con otras aspas, como las rusas.

     Desde principios del siglo XVIII hay por lo tanto una bandera blanca con escudo para los buques de guerra y otra blanca con cruz roja de San Andrés para los mercantes, aunque también se usa como secundaria por los de guerra.»

     Tras esta nueva afirmación, podemos reducir aún más el espectro temporal, pudiendo situar la posible fecha más remota de los barcos a principios del siglo XVIII. Este pabellón, fue utilizado con estas características en los navíos mercantes hasta la firma del Real Decreto «señalado de mano de S.M.» en Aranjuez, el 28 de mayo de 1785.

     Este Real Decreto cambiaba radicalmente el pabellón de los navíos nacionales por la bandera de dos franjas rojas y una amarilla para los buques de la Armada, y dos rojas y tres amarillas para los mercantes.

     «En virtud del Decreto, la nueva bandera se arboló en los mares del Norte de Europa hasta el paralelo de Tenerife y en el Mediterráneo, el 1 de enero de 1786. En la América Septentrional el 1 de julio siguiente, y en los demás mares, el 1 de enero de 1787.»

     Vemos que queda rápidamente generalizado el uso de la nueva bandera, por lo que podemos afirmar que la fecha tope más cercana para fechar el grafiti de los navíos giraría en torno a 1785. Resumiendo todo lo señalado hasta el momento, y basando mi afirmación en la tipología de los buques y sus banderas, me inclino a datar la realización de los dibujos en fecha cercana a los primeros años del siglo XVIII, aunque no se puede descartar taxativamente que se pudiesen realizar también en cualquier momento posterior, con una fecha máxima cerrada, aunque poco probable por el detalle de la cofa sobre el bauprés, por el Decreto Real de 1785.

2º NAVÍO

     Situado en segundo lugar empezando por la izquierda del mural, se trata de un navío de similares características que el anterior. Nuevamente estamos navío similar a una fragata o corbeta de tres mástiles, dedicada al comercio marítimo.

     Su manufactura tiene los mismos rasgos y peculiaridades que el anterior grafiti, por lo que se puede afirmar una similar autoría.

     Como rasgos destacados y diferenciadores, señalaré que este grafiti nos muestra las gavias del palo mayor y del trinquete desplegadas, mientras que las del palo de mesana están recogidas. Existe un bote auxiliar amarrado a su proa. Además de estos dos detalles, la bandera situada en la popa muestra un mayor detalle en su aspa al mostrárnosla con los característicos nudos ya mencionados por O’Donell en su discurso. Curiosamente esta bandera no tiene una correcta orientación, ya que por la hinchazón del velamen y  la bandera situada en el bauprés así como los gallardetes de los palos trinquete y mayor, la posición de esta enseña estaría al revés de la dirección del viento.

     La línea de troneras está representada con siete de ellas cerradas y dos abiertas con sus correspondientes bocas de fuego a la vista. Señalaré las partes novedosas de este grafiti en relación con el primero ya estudiado.

3º NAVÍO

     El navío que ocupa la posición central del conjunto es uno de los menos detallados, aunque su  tipología en función del número de mástiles es similar a los dos ya descritos. En este aparece ninguna cubierta con troneras de cañones, sus velas se encuentran recogidas, y presenta dos banderas con la cruz borgoñona, una en el bauprés de proa y otra en la popa, de mayor tamaño, orientada en sentido contrario a la primera. Tiene en el trinquete y en el palo mayor dos gallardetes orientados igual que la enseña de proa.

     Este navío, por su tosco trazado, no aporta rasgos merecedores de ser destacados.

4º NAVÍO

     El siguiente navío, cuarto por la izquierda, es uno de los más destacados del conjunto que estamos analizando. Se trataría de un navío de dos puentes, con su correspondientes dos líneas de troneras. La disposición de esta artillería, así como su número, le otorga un mayor rango dentro del conjunto de buques representados. Las troneras visibles son diez y seis por banda, de las que catorce muestran sus cañones al tener sus portas abiertas. La andana alta tiene todas abiertas, mientras que la baja presenta dos cerradas.

     Igual que los ejemplos anteriores, presenta una bandera con el aspa de San Andrés en el bauprés y otra, menos detallada, en el castillo de popa. Las velas se encuentran recogidas, por lo que el navío se encontraría fondeado. En las partes superiores de su arboladura, se sitúan tres gallardetes con la misma orientación que las dos otras enseñas.

5º NAVÍO

     Nuevamente se trata de un navío de similares características que los cuatro anteriores. Este es el situado más a la derecha del conjunto. Se trataría de otra fragata o corbeta mercante, mostrando como defensa una batería con las ocho troneras cerradas.

     Su velamen se encuentra recogido por lo que se supone que se encuentra fondeado.

     Nos presenta dos banderas con aspa borgoñona, una en el bauprés y la otra coronando la toldilla. Curiosamente, a excepción de la situada en la proa, el resto están orientadas hacia la popa, al contrario que el resto de navíos.

     No aporta ningún elemento novedoso con respecto a los otros grafitis ya comentados.

RECAPITULACIÓN

     Se trata de un conjunto de navíos que pueden mercantes armados. La única diferenciación entre estos mercantes y los buques de la Armada vendría representada por sus banderas, blancas con un escudo real en los segundos.

     Las banderas nos sirven para afirmar definitivamente que se trata de navíos mercantes pertenecientes al reino de España, y por las cruces de San Andrés que en ellas se aprecian, así como por algún detalle de la arboladura, me aventuraría a datarlos a principios del siglo XVIII.

     El tipo de navío sería por el número de palos y de cubiertas artilladas el equivalente a una fragata o corbeta en cuatro de ellos, destacando por su porte el que presenta dos líneas de troneras, hecho no excepcional en este tipo de embarcaciones en función de la parte del mundo donde se dirija a comerciar y el tipo de mercancías destinadas a ser transportadas en sus bodegas.

     Por el tipo de trazo, uniforme en todo el conjunto, también podemos afirmar que se realizaron en el mismo momento cronológico y por la misma mano.

     Muchas veces se ha afirmado que pueden haber sido realizados por un preso, añadiendo que ese habitáculo fue utilizado varias veces como calabozo. Desde el punto de vista militar me parece totalmente inverosímil esa afirmación. Sería muy peligroso y totalmente ilógico dedicar a esa finalidad un lugar tan próximo e importante como es la entrada principal de la fortaleza. Mi opinión personal es que los grafitis están realizados por un soldado de la guarnición, que mitigó sus tediosos tiempos de servicio formando parte del retén de guardia, destino al que se dedicaba esta habitación, a reflejar las imágenes grabadas en su retina, posiblemente de la bahía de La Concha.

ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS

EL ARCO DOVELADO

     En la parte central inferior del conjunto, aparece la representación de una puerta con un arco de medio punto con un detalle muy bien realizado de sus dovelas. Esta imagen el autor la realizó, sin duda, ayudándose de una cuerda a modo de compás, gracias al cual consiguió un círculo concéntrico perfecto.

     La simetría de los sillares colocados a ambos lados de la jamba del arco, insinúan ciertos conocimientos de arquitectura por parte del autor, que seguramente nada tenga que ver con el resto de imágenes representadas.

     La ausencia de elementos asociados a esta representación hace imposible cualquier intento de datación de la misma.

REPRESENTACIONES ANIMALES Y TEXTOS

EL GALLO

     Esta ave doméstica está muy bien representada por el artista gracias a unas líneas muy definidas y fuertemente marcadas en la cal mediante el método de la incisión. Es de destacar su pose erguida, orgullosa y el detalle de la cola con una pluma descolocada.

     Es difícil efectuar una datación exacta basándonos únicamente en el dibujo. Pero la convulsa historia de San Sebastián, envuelta en conflictos militares entre el reino de España y la Francia Revolucionaria al final del siglo XVIII y la Imperial a comienzos del XIX, podría dar pie a ciertas especulaciones con cierta base histórica.

     Nuestra ciudad tuvo que sufrir dos ocupaciones francesas en muy poco espacio de tiempo. La primera durante la guerra que nuestro país declaró a la República Francesa y sus peligrosas ideas revolucionarias en marzo de 1793, tras la ejecución de los monarcas de la casa Borbón Luis XVI y María Antonieta. Tras un breve momento de éxitos militares, los revolucionarios contraatacan y toman San Sebastián el 4 de agosto de 1794, permaneciendo en la misma hasta el 20 de noviembre de 1795, fecha en que se hizo efectiva su retirada tras la firma de la Paz de Basilea del 22 de julio del mismo año. Lógicamente, la ciudad, una plaza fuerte fronteriza con su fortaleza, declarados por los francesas como la «puerta de Francia», estuvieron ocupadas militarmente por un fuerte contingente de tropas francesas.

     Analicemos el significado del gallo en la historia de nuestra vecina Francia.

     Durante el período revolucionario se hizo popular la representación de este animal como símbolo de identidad nacional. El Directorio lo utilizó con un gorro frigio sobre su cabeza en su sello, y durante el primer Consulado ocurre lo mismo sobre el sello del Primer Cónsul, acompañado de las letras R.F. (República Francesa). Este animal perduró hasta la llegada al poder de Napoleón, que lo rechazó instaurando el águila imperial en su lugar.

     Siguiendo esta teoría, el grafiti del gallo se tuvo que realizar en el período de tiempo comprendido desde la entrada de las tropas evolucionarias francesas hasta su salida de la ciudad, es decir, desde agosto de 1794 a noviembre de 1795.

     Esta teoría de que se trate de una representación del símbolo en uso por los revolucionarios de Francia, puede ser reforzada por una serie de palabras y letras que aparecen también en el mural, en la parte más alejada del mismo en relación al gallo.

     La frase «LA FRANCE» es indicativa de la nacionalidad de quien realizó algún añadido a los dibujos e incisiones ya existentes en la pared. Debajo de esta aparece una «R» seguramente seguida de la «F», aunque esta última se encuentra muy deteriorada y disimulada tras muchas otras incisiones. En el dibujo de arriba he eliminado muchas de estas intrusiones y parece que efectivamente existía, pero es difícil poder aseverarlo con una certeza plena por la complejidad y cantidad de incisiones. Finalmente, en la parte inferior del muro aparece la firma del autor con su nombre completo.

     Parece intuirse las siguientes palabras:

«OBRA DU BRNLE DIR. BE»

     La curiosa forma de realizar al revés la letra «N» es un claro indicativo que se trata de la misma mano que ha escrito «LA FRANCE».

     La asociación del símbolo revolucionario francés del gallo, con «LA FRANCE», y la «R F» como posible República Francesa, además de la casi total seguridad de que el nombre o firma del autor sea francés, nos sitúan claramente en disposición de afirmar que se realizara en algún momento de la ocupación de San Sebastián por parte de las tropas revolucionarias de la vecina Francia.

JOSÉ MARÍA LECLERCQ SÁIZ

Arqueólogo e Historiador

San Sebastián – Donostia 19 de Marzo de 2022