EL BUQUE DE GUERRA FRENTE A PASAJES

EL CAÑONERO "TAJO"

          Para apoderarse completamente del control de las costas de España durante la Tercera Guerra Carlista, el Gobierno contrató en los astilleros de Toulón la construcción de diez unidades en Septiembre de 1874. Se trataba de una serie de cañoneros de tan solo 86 toneladas de registro bruto, armados con dos cañones de ánima rayada de 120 milímetros. Su casco era de hierro, y se propulsaba gracias a un motor que funcionaba con carbón.

          De todos ellos, se destinaron a patrullar en las costas del Cantábrico a los bautizados como Tajo, Arlanza, Turia y Segura, haciendo especial énfasis en la costa comprendida entre el Nervión y el Bidasoa.

          Las características principales de estos buques eran:

  • Eslora 24 metros
  • Manga 4.93 metros.
  • Puntal 1.86 metros
  • Calado 1.72 metros.
  • Tripulación 22 hombres.

          Su característica más destacada era un enorme espolón en su proa, que a modo de burbuja de aire ayudaba a soportar el peso de la torre artillada que tenía encima. En caso de que se necesitara una mayor precisión de disparo, esta podía ser llenada de agua, lo que otorgaba al cañonero mayor estabilidad. El dibujo es de uno de sus hermanos gemelos de la clase Somorrostro.

          Una vez terminada la guerra, se utilizaron en función de guardacostas, desperdigándose por las diferentes comandancias de marina. A la de San Sebastián le fue asignado el bautizado como Tajo, que cumplió su misión hasta que un desastre truncó su carrera naval. En un artículo de La Ilustración Española y Americana fechado en Madrid el 8 de Junio de 1895 se da cuenta del suceso.

          Al encontrarse la unidad con los fondos sucios, su comandante, el Teniente de Navío D. Ramón Carranza decidió desplazarse hasta Bilbao. Una vez limpio el casco, emprendió la vuelta al puerto de Pasajes durante la noche. Ya rayando el amanecer, sería a eso de las seis o siete de la mañana, justo en la entrada del Puerto de Pasajes, el cañonero fluvial chocó con el fondo rocoso en el paraje conocido como "Sasiguchi", situado a los pies del faro de la Plata, que seguramente sea donde actualmente se ubica la baliza exterior del Canal de entrada al puerto.

          "El Tajo", herido de muerte, sólo concedió tres minutos a su tripulación antes de desaparecer completamente bajo las aguas. A pesar de este escaso tiempo, su tripulación logró lanzar al agua la canoa, a las órdenes de su comandante. Este salvó la caja de caudales, y una vez cumplida su misión, regresó al puente de mando con la intención de desaparecer con su buque.

          Sus compañeros intentaron en vano impedir esta acción suicida, logrando embarcarlo en el preciso momento en que el cañonero desaparecía, creando tras su muerte un remolino de tales dimensiones que hizo volcar el bote salvavidas. La tripulación logró ponerse a salvo nadando a la cercana costa, distante tan sólo 50 metros, y a la milagrosa aparición de una trainera de pesca que regresaba de faenar. Estos arrantzales salvaron al capitán del Tajo, que flotaba inconsciente por un fuerte golpe recibido en la cabeza.

          Todos llegaron ilesos al puerto de San Pedro, en Pasajes, a excepción de un chico de 22 años, natural de Vigo, que murió ahogado al no saber nadar. Se trataba del marinero Enrique Lago.

          Era un 29 de Mayo del año 1895, y tras más de 20 años de servicio, una parte de nuestra historia descansa para siempre frente a nuestras costas.

          Se intentó volver a reflotarlo, para lo cual los buzos de la armada comenzaron a inspeccionarlo. Esta actuación era posible, dado que el cañonero se encontraba tan sólo a una profundidad de entre siete a trece metros, recostado sobre su banda de estribor. El dictamen final fue negativo. Los costes superaban el valor de una nave nueva, por lo que fue abandonado definitivamente. Se rescataron los quinces fusiles de la armería del buque, un ancla, diversa documentación y el cañón de bronce con su munición.

          Qué pasó con su comandante, os preguntaréis. El tribunal de la Comandancia de Marina de San Sebastián que lo juzgó, lo exoneró de los cargos. Tras este incidente en su hoja de servicios, el Teniente Carranza se presentó voluntario para luchar en la guerra de 1898 en Cuba, donde fue destinado al mando del cañonero "Contramaestre", con el que realizó una brillante actuación. Este marino había nacido en El Ferrol en 1863, y falleció con rango de contraalmirante en 1936. Se le concedió la Laureada de San Fernando, fue alcalde de la ciudad de Cádiz, Gobernador Civil, Diputado a cortes y Senador.

          Antxón Massé , seguidor de este blog, me comentó que curiosamente el estadio de futbol de Cádiz lleva el nombre de "Estadio Ramón de Carranza", y a su inauguración asistió José León de Carranza, hijo del Teniente Ramón Carrranza, que protagoniza esta historia.

 

 

Aguilera y Elias. "Buques de Guerra Españoles 1885-1971. Edit. San Martín. Madrid. 1979

Revista General de la Marina. Diciembre 2012.

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