A los jefes de las hordas carlistas.

Contra todo sentimiento humanitario, sin tener en cuenta consideración alguna de dignidad, habéis asesinado vil y cobardemente a Dionisio Arruti y Pola, sargento de la tercera compañía de móviles y a su hermano Nicanor; a esos dos hombres que, sorprendidos indefensos por algunos de vuestros bárbaros sicarios, habéis hecho morir, no fusilados, sino a palos y bayonetazos, dándoles un verdadero y horrible martirio.

Todos sois igualmente culpables; todos estáis manchados con la infamia, porque todos habéis autorizado un crimen repugnante y digno de los defensores de la Inquisición.

Los que suponían que había entre vosotros un general Lizárraga, que por haber pertenecido al digno ejército español podía ser a vuestro lado otra cosa que un asesino miserable; los que juzgaban capaz de hacer algo que no fuera una indigna cobardía, habrán abierto los ojos y lo habrán conocido; sabrán ya que Lizárraga, como Dorregaray, Ollo y Marnanz, no valen más que el salvaje Belcha y el feroz Santa Cruz. Todos iguales, porque todos sois asesinos y porque todos sois cobardes, que en lugar de buscarnos frente a frente, matáis a los que por sorpresa habéis cogido; porque no sois capaces de poneros a tiros de nuestros fusiles.

Vuestra conducta ha determinado la nuestra. No os imitaremos derramando sangre inocente, pero no esperéis vosotros de hoy en adelante lástima ni perdón cuando se realicen nuestros vehementes deseos de encontrarnos; nos habéis enseñado que hay que trataros como a bestias feroces, y no olvidaremos la lección.

Venid a buscarnos, si a tanto os atrevéis, al frente de vuestras hordas, ya que no ha de haber entre vosotros quien tenga el valor de buscarme sólo; venid, para que con vuestra sangre podamos vengar la inhumana muerte de nuestros amigos.

¡¡¡Venid, cobardes, asesinos!!!

Os reto con fuerzas iguales, uno a uno, de todos modos; quiero probaros, y os probaré temprano o tarde, la diferencia que hay entre los caballeros y los asesinos.

Mientras conserve un átomo de vida, será vuestro mortal enemigo

El capitán de la compañía de Arruti, tercera de voluntarios móviles de la República.

Juan Cantillo

Oyárzun 23 de Mayo de 1873.