Retrato del Brigada Mayor James Taylor, sobre la colina de San Bartolomé.
Óleo sobre lienzo (125'5 x 98'5) de la escuela de Henry Raeburn.
Edimburgo 1814.

                     Gracias a la colaboración de otro amante de nuestra historia, Josean Olabe, autor del comic "La Gloria Impune", y del blog http://lagloriaimpune.blogspot.com.es/, ha llegado a mis manos el retrato de uno de los protagonistas de ese terrible verano donostiarra de 1813.

                      Se trata del Brigada Mayor James Taylor, que participó en dos momentos de vital importancia durante el asedio a San Sebastián.

                      Pero conozcamos un poco la vida y trayectoria de este oficial.

                      Nació en Edimburgo, y se alistó a edad temprana, hecho habitual en esos años, como alférez del 48º regimiento de infantería, destinado en Irlanda. En esos años ascendió a Teniente, y el 4 de junio de 1807, compró su ascenso a Capitán.

                     Zarpó desde el puerto de Cork hacia la Campaña Peninsular, y tras desembarcar en Lisboa en abril de 1809, comenzó su participación en esta sangrienta contienda. Estuvo presente en las acciones de Paso del Duero, Batalla de Talavera, Batalla de Busaco, Pombal, Batalla de La Albuera, primer sitio de Badajos, Batalla de Salamanca, la acción de Osma, Batalla de Vitoria y asedio de San Sebastián.

Ficha de James Taylor de la Chali's Roll Call.

                     Cuando llegó a nuestra ciudad ya había sido ascendido a Brigada Mayor (21 de septiembre de 1812), y se encontraba destinado en el Estado Mayor de la 5ª División. Su discurrir durante todos los años de servicio en la península pasa sin grandes glorias, justo hasta su llegada ante los muros de nuestra ciudad. Destacó por su actuación en dos momentos claves. El primero es en el ataque y toma de la colina y convento de San Bartolomé, actuación que le valió el aparecer mencionado en los despachos oficiales de Wellington. La segunda vez, en la que también será recompensado con una nueva mención, será durante el ataque contra las brechas del 31 de agosto, que terminó con la toma de la ciudad.

                      Durante el ataque a las brechas participó como voluntario de la Forlorn Hope, y según el despacho redactado por el General Leith, es mencionado como único oficial superviviente de esa unidad de avanzada. Es un dato erróneo, ya que el Teniente Le Blanc, del 4º Reg., también sobrevivió, aunque herido de gravedad.

                      Tras la toma de la ciudad, y su prolongado servicio en la campaña peninsular, que ya llegaba a los 55 meses, fue declarado inútil para el servicio, siendo retirado en Diciembre de 1813 a Inglaterra para recuperarse de fiebres contraídas y agotamiento.

                      Una vez sanado, se reincorporó a su regimiento, nuevamente de servicio en Irlanda, a finales de 1814, para tres años después, zarpar con destino Sydney, en Australia.

                      Allí casó y tuvo descendencia, un hijo llamado Alexander que murió con sólo veinte años en Londres (1839), y un niña llamada Elizabeth, que falleció en Escocia en 1861, sin llegar a cumplir los cuarenta.

                      Tras la muerte de James Erskine, coronel del regimiento y como él, veterano de la Campaña Peninsular, obtuvo el mando del mismo.

                      Destinado en Madrás (India), falleció en 1829. Está enterrado en el cementerio de Bellary, cerca de Madrás.

                     El cuadro es muy interesante, sobre todo por la fidelidad en cuanto a los detalles representados, tanto del uniforme, como de la ciudad de San Sebastián. El uniforme con el que aparece es el de Brigada Mayor, con las características propias de la época, comunes a casi todos los oficiales de ese rango, como la utilización no reglamentaria de dos charreteras, cuando deberían tener solamente una.

                      Y llegamos a lo más interesante, que aparece en la esquina inferior izquierda del cuadro. Se trata de la fachada destruida del convento de San Bartolomé, su primera acción destacable ante nuestra ciudad.

                     Como he señalado al principio, este retrato me ha sido facilitado por el ilustrador Josean Olabe, a quien se lo envió John Muller, director de la Silentworld Fundation.

                                                                Gracias nuevamente a ambos.